Lo que debes saber

Síntomas de intervención interdimensional

Como hemos señalado ya en otras ocasiones, la mayoría de los casos de posesión, ataque psíquico, de influencia o de perturbación espiritual que se producen, nada o muy poco tienen que ver con demonios en el sentido estricto de la palabra, sino que más bien son originados por malos espíritus, o espíritus familiares. Por ello, y a petición de muchos lectores, en este artículo vamos a a enumerar las sensaciones más frecuentes y comunes:

I. Profunda tristeza en el alma.

II. Flashes de rabia -de mayor o menor duración-

III. Pensamientos nocivos entre los que figura con frecuencia el del suicidio.

IV. Pérdida de fe en Dios.

V. Soledad ante la vida.

VI. Falta de amor y cariño por parte de los demás hacia ellas y viceversa.

VII. Dichas personas se sienten encerradas en sí mismas, convertidas en auténticas anacoretas a las que molesta todo tipo de relación social.

VIII. Depresiones profundas.

IX. Estados de ausencia; extraños vacíos mentales sin recordar qué han pensado, vivido o sentido en el transcurso de los mismos.

X. Oyen voces extrañas que hablan en el interior de sus pensamientos susurrándoles “consejos” escalofriantes, encaminados todos ellos a cometer acciones perniciosas, lascivas, e incluso a atentar contra la vida de alguien, incluidos sus seres más queridos. O bien canalizan a supuestos seres de luz que aunque suenan positivos, controlan sus decisiones o les dicen lo que es bueno hacer.  Sueños con seres, personas, vivas o desencarnadas donde les dan mensajes o tienen actividad con esos seres y establecen relaciones personales con ellos.

XI. Visiones que igualmente pueden ser luces, orbes, sombras, o ambas a la vez, mezcladas.

XII. Otro tipo de visiones compuestas por las siluetas de seres maléficos de naturaleza satánica, o animales monstruosos, espectros de difuntos, etc.

XIII. Apariciones sin que tengan conciencia de su realidad o irrealidad, en las que se les muestran figuras humanas con cara de chivo y cuernos, cabezas de cerdo o de toro. Estas figuras suelen metamorfosearse frente a los ojos de la persona supuestamente poseída.

XIV. Aparición súbita de seres angelicales, y también de la Virgen María, de Jesucristo, o de cualquier santo. Son engaños, falsas apariencias con las que esos espíritus negativos pretenden hacerse pasar por lo que no son. También en sueños.

XV. Experimentar la sensación de que “alguien” les toca cuando están dormidos en el lecho, la mayor parte de las veces con finalidad sexual. En la Edad Media, estos casos eran atribuidos a íncubos y súcubos. “Hacer el amor” con energías que no están presentes.

XVI. Roturas de objetos situados en lugar seguro, sin que exista explicación lógica y razonable a tales hechos.

XVII. Presencia de sombras, ruidos o desplazamiento de enseres de un lugar a otro de la casa (especie de movimientos telequinésicos) sin causa física justificada.

XVIII. Flashes de asombro y estupefacción, de terror incluso, cuando al mirarse al espejo, en vez de verse reflejada la persona que está frente al vidrio pulido y metalizado, se encuentra con una imagen que no es la suya o que no lo es en su totalidad, llegando a no reconocerse como ella misma.

XIX. Convencimiento psíquico íntimo de que algún mago negro o brujo le está maleficiando, obstruyendo con sus malas artes el natural desenvolvimiento de su vida profesional e íntima.

XX. Súbita repulsión hacia el/la cónyuge en el aspecto sexual, deseando sustituir las anteriores relaciones carnales con él/ella  por actos solitarios de masturbación.

XXI. Reiterados fracasos personales, profesionales, laborales, familiares etc.

Cuando alguien se presenta ante nosotros exponiendo uno, varios, o los veintiún puntos íntegros que acabamos de enumerar, nos encontramos ante un porcentaje de posibilidades muy elevado de que esa persona se halle bajo la influencia de espíritus familiares.

Muchas veces no es fácil discernir si la persona está siendo influída por espíritus familiares que provocan esos patrones depresivos, bipolares, esquizofrénicos, paranoicos, obsesivos, maníacos, visionarios, delirantes, psicópatas y/o demás, ya que estos son diagnósticos y teorías a los que son proclives los psiquiatras y psicólogos, amparándose en la sintomatología que les describen sus tratados psiquiátricos; sin ser conscientes esos profesionales de que la realidad de lo que pudiera estar sucediendo a muchas de estas personas es muy distinta y de que no están ni son enfermos, sino que únicamente padecen influencias de espíritus familiares. En algunos casos el origen de tal sintomatología puede ser meramente física, por lo cual primero se recomienda descartar cualquier afección física que pueda ser comprobable médicamente, y si la persona resulta saludable, podemos pasar a considerar el aspecto interdimensional.

Un primer paso para el aspecto espiritual puede ser leído en ésta entrada de blog.

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